Pilar Cabezuelo es TAM en Metro de Madrid pero, además, colabora de manera muy activa a favor de los derecho de los saharauis. Hace unos años conoció a Jadeya, una niña saharaui que cambió su vida para siempre. No te pierdas esta historia.
Todo surgió de la manera más inesperada. Una amiga mía, que iba a acoger una niña durante dos meses en verano, sufrió un accidente días antes de la llegada de la pequeña. Así , me pidió que me hiciera cargo de ella y Manata pasó esos dos meses en mi casa para regresar con sus padres a los campamentos saharauis a finales de agosto.
La experiencia fue tan buena que al año siguiente decidí repetir y no he dejado de hacerlo hasta ahora. En estos últimos 15 años han pasado por mi casa un buen número de niñas con las que sigo manteniendo una inmejorable relación. Algunas de ellas ya son mayores y tienen hijos que vendrán a nuestro país en verano.
Una de estas niñas es Jadeya, que llegó en el verano del 97. Recuerdo que era muy pequeña, tenía 6 años, y venía del Campamento 27 de Febrero. Yo estaba en el aeropuerto de Barajas con la Asociación de amigos del pueblo saharaui ayudando a recoger a los niños y llevarlos con sus familias de acogida. El caso es que Jadeya me dio la mano y me dijo que se venía conmigo a mi casa. La verdad es que me hizo mucha gracia su determinación y no hubo problema en que pasara el verano con nosotros.
Cuando se le hicieron exámenes médicos, le encontraron una serie de patologías que hicieron necesario que se quedara en España para realizar un tratamiento. Sin embargo, esto no fue posible hasta el año siguiente, con la autorización de sus padres y del representante del Polisario en Madrid, que gestionaron la acogida a través de la Oficina del Menor de la Comunidad de Madrid.
Así, Jadeya ha estado conmigo de manera continuada desde 1998 hasta 2008, año en que tuvo que regresar a los campamentos saharauis por un problema familiar. Allí permaneció dos años y medio, aunque en la actualidad está de nuevo con nosotros, retomando sus estudios. Supongo que, salvo que ella decida lo contrario, se quedará ya definitivamente en España, aunque sin perder la relación con su familia biológica de Tinduf.
Mi niña es muy buena estudiante y su meta es ser médico para poder ayudar a su pueblo, ya que es muy consciente de la ayuda que puede aportar con sus conocimientos a mejorar el estado actual de sus familiares.
Con Jadiya no hacemos distinciones, es una más de la familia. Se la quiere igual, se la riñe igual y se la exige igual. Tiene una personalidad fuerte, pero es muy resolutiva, su vida en estos últimos años le ha obligado a madurar mucho, es muy cariñosa y consciente de la suerte que ha tenido por vivir en nuestro país con una buena educación y tratamientos médicos. Sin duda, al final, recibimos de ella mucho más de lo que le damos.
En definitiva, la experiencia de la acogida temporal en verano es muy recomendable y enriquecedora porque a través de los ojos del niño se descubre otra manera de vivir. Lo que para nosotros es cotidiano como el agua, la luz eléctrica, la cama…etc. son cosas a descubrir para ellos. Estos pequeños te enseñan su cultura, algo que tenemos muy olvidado compartir en el primer mundo.
Cuando te planteas una acogida permanente hay que tener en cuenta que debe ser una decisión consensuada con la familia. Además , se debe ser consciente de que es por una enfermedad importante del niño (no se quedan en España por ninguna otra razón) y que cuando esta se subsane volverá con sus padres biológicos. Sobre el papel es fácil, pero llevarlo a cabo es muy duro porque los lazos afectivos que estableces con el niño hacen que el momento de su retorno se convierta en un drama. En cualquier caso, es una opción de máxima generosidad por parte de la familia acogedora.
En caso de que te estés planteando un posible acogimiento este verano, puedes solicitar información a cualquier asociación de amigos del pueblo saharaui que colabore con el programa Vacaciones en paz, que se lleva realizando desde hace casi treinta años. Los trámites son bastante sencillos, basta con querer acoger a un niño durante dos meses con el compromiso de hacerse cargo de su manutención y participar en la actividades programadas para todos los niños, como llevarles a exámenes médicos que precisen. Lo que hay que recordar siempre es que estos pequeños no pueden ser adoptados y que no se puede realizar ningún trámite en este sentido ya que proceden de familias bien estructuradas y son niños muy queridos en sus hogares.